Un día la alegre Irene, una amiga de mi hijo Carlos Javier nos pidió si le podíamos cuidar por un fin de semana a su viejito "Leuco", un lindo West Highland Terrier.

Nunca habíamos tenido un perro en casa y Carlos era reacio a tenerlos en un piso, pero por ayudar a la familia amiga, aceptamos cuidarlo.
Bueno, pues Carlos Javier se fue ese finde de excursión con sus amigos, por lo que al final fui yo la que se dedicó a sacar tres veces al día a Leuco.
Me gustó mucho. Lo encontré distraído, relajante y además se hace mucho ejercicio y eso que Leuco tenía "sus mañas" y en vez de sacarlo yo a pasear, era él el que me sacaba a mi, pues además de que le bajaba y subía las escaleras en brazos por su vejez (pobrecito), él era el que marcaba la ruta a seguir y si yo quería ir por otro sitio, el muy bandido, se tiraba en el suelo con las patas todas abiertas y no había quién lo moviese de ahí.
Ahí ya me entró a mi las ganas de tener también un lindo perrito. Me gustaba mediano, pero mediano pequeño. Entonces con Carlos Javier y con el medio consentimiento, por mayoría de votos, de Carlos, nos dedicamos a buscar un perrito en adopción.
Llegamos, no sé ni cómo, a una protectora en Rute Córdoba GPAR RUTE (que os la recomiendo). Hablando con Loli al final escogimos a Bobi, que así se llamaba. Mi temor era que fuese un perro muy grande. Yo lo quería mediano pequeño, pero Carlos Javier lo quería más grande, para poderlo sacar a montar en bicicleta y hacer mucho ejercicio. Ahora ya, Doggy, es un mezcla de pastor alemán con posiblemente pitbull.
Finalmente llegó Doggy a casa. Con 10 meses. Un "perrito" grande, grande, mediano grande, muy temeroso y asustadizo. Pobrecito. Se metió en un rincón y no quería salir, por los pasillos de casa no quería pasar, las escaleras ni subir ni bajar, en fin, problemitas de su pasado.
Poco a poco ha ido cogiendo confianza Doggy , le estamos enseñando modales y comportamientos básicos, y forma parte de la familia como uno más.
Para mi y Carlos Javier ha sido un aire fresco en la familia. Nos tiene "abobados". Carlos también lo quiere mucho, pero lo que no hemos conseguido es que lo saque a pasear.
Doggy es muy amistoso con los humanos y le encanta jugar con los perros, pero es bastante inquieto y quiere jugar sin parar un instante, por lo que se vuelve dominante. En la playa disfruta montones corriendo y persiguiendo a las palomas y jugando con perros que se encuentra. En la montaña se dedica a olfatear. Al centro del pueblo no le gusta ir, se siente inquieto con los ruidos, coches y tantas personas. Poquito a poco.
Bien, pues hoy me apetecía hablar de nuestro "cachorrito" que hoy tiene exactamente 16 meses y medio. Coincidencias de la vida, nació el mismo día que Carlos.
Después vimos que le gusta también ponerse a descansar en este piecero, aunque siempre lo hace cuando Carlos está sentado en su lado del sofá, para seguro, sentirse acompañado y a su vez hacerle compañía. Y Carlos le va acariciando y el feliz de la vida.
Ah... y en las noches lo "cobijo". Lo tapo con una toalla, para que esté más calentito, tanto si se coloca en el piecero como si se coloca en la camita. Y hace gracia porque cuando se pasa del piecero a su cama grande va arrastrando la toalla encima de él y parece un fantasma con capa y todo.


Todo un consentido este Doggy ...
Y aquí un reconocimiento a los gestionadores de Gpar Rute, por la gran labor, el amor, empeño y dedicación que dedican a su refugio.